23 Enero 2002
Mi amado Tim:
Aún no puedo recuperarme de
tu ausencia infinita. Y aunque sé, que halla donde estas no se leen cartas, te escribo
esto por última vez. Te amaré por siempre, a pesar de tus fallidos intentos por
no lastimarme ¿Por qué no me lo contaste?, hubiera preferido alistarme en miles
de veces y acompañarte a quimioterapia, que vestirme de negro para una sola
ocasión. Ahora entiendo que los vómitos
nocturnos, tu baja constante de peso, la fiebre a todas horas no era parte de
una infección grave, o de una dieta rigurosa…ni siquiera de tu inventada
diabetes. Sé que no quisiste que te viera muriendo, pero no sabes la muerte en
vida que ahora toca tragarme.
El nudo en mi garganta no es tan fuerte como tu
coraje y valentía, se desenreda con cada recuerdo tuyo y cada vez se hace más débil la cuerda. Te extraño, siempre lo hice; incluso en las discusiones, en
los malos entendidos; perdóname si casi siempre, fue culpa mía.
Te he soñado todas las
noches y créeme que he rogado por mantenerme a tu lado, pero el maldito
despertador se empeña en separarnos, así que he tomado una decisión…voy a ir
contigo. No te preocupes…confió en ti, siempre fuiste mi brújula. ¿Recuerdas
cuando dije que podía verte incluso cuando no estas conmigo?, Ve a donde
quieras…te encontraré pronto.
No te entristezcas cuando
me veas, no me preguntes porque te seguí y tampoco te enojes conmigo; si te
enojas después de hacer todo esto para llegar a ti, lloraré: cuando nos
reunamos otra vez en el otro mundo, no lloremos de nuevo. Espérame, estaré
justo ahí.
Infinitamente tu Val.